Cilantro en hoja - 12 g

Del cilantro, como del cerdo, hasta los andares. Hojas, frutos, tallos y raíces...  Todo es encontrar el tipo de cocina en que incorporarlo como condimento, incluso si eres de esas personas a las que la planta le sabe a jabón, ya que se usa tanto en  la lejana Tailandia, en el Caribe y buena parte de América Latina y aquí al lado, en Portugal.

En su versión seca, las hojas de esta herbácea pierden buena parte de ese aroma que maravilla a unos y repugna a otros, por lo que se hace más accesible e igual de versátil. Así que no pediremos que hagáis un mojo verde canario o un chutney indio de cilantro con la hierba deshidratada, pero sí os invitamos a probarlo en muchísimas otras propuestas para  las que es un dignísimo sustituto que no se mustia a los cuatro días.

Llorando en la lima

Salpicando un tomate en brunoise, pimiento rojo y cebolla morada bien picados, lima, sal y, si queremos, escamas de pimentón u otro picante habremos montado una salsa pico de gallo apta para casos de cilantrofobia aguda pero sin perder su esencia. También te arregla un pseudoceviche algo occidentalizado con poco más que abrir una lata (de berberechos, almejas o navajas en conserva, ideaza), aprovechando los mismos ingredientes y a un guacamole casero –majado, no batido, porfaplís– le añadirá ese puntito exótico sin enmascarar todo el resto de sabores.

La planta funciona además en sustitución del perejil en arroces de mar, potajes de frijoles u otras legumbres, adobos o empanados, donde consigue alegrar cualquier receta clasicorra, y lo mismo en vinagretas con lima, vinagre o limón, ajo y comino, en las que recupera parte de su fuerza y frescor para hacer vibrar un pescado blanco o unas simples patatas cocidas: no es mojo, pero tiene mojo.

• Elaborado por El Amasadero